1
Hay un precioso manantial
De sangre de͜ Emanuel;
Las manchas quita͜ al pecador
Que se sumerge͜ en él,
Que se sumerge͜ en él,
Que se sumerge͜ en él;
Las manchas quita͜ al pecador,
Que se sumerge͜ en él.
De sangre de͜ Emanuel;
Las manchas quita͜ al pecador
Que se sumerge͜ en él,
Que se sumerge͜ en él,
Que se sumerge͜ en él;
Las manchas quita͜ al pecador,
Que se sumerge͜ en él.
2
Al ver la fuente el ladrón
En ella se gozó;
Allí también vil como él,
Podré lavarme yo,
Podré lavarme yo,
Podré lavarme yo;
Allí también vil como él,
Podré lavarme yo.
En ella se gozó;
Allí también vil como él,
Podré lavarme yo,
Podré lavarme yo,
Podré lavarme yo;
Allí también vil como él,
Podré lavarme yo.
3
Tu sangre, mi buen Redentor,
Por siempre limpiará,
Hasta que en la gloria͜ esté
Tu pueblo͜ en santidad,
Tu pueblo͜ en santidad,
Tu pueblo͜ en santidad,
Hasta que en la gloria͜ esté
Tu pueblo͜ en santidad.
Por siempre limpiará,
Hasta que en la gloria͜ esté
Tu pueblo͜ en santidad,
Tu pueblo͜ en santidad,
Tu pueblo͜ en santidad,
Hasta que en la gloria͜ esté
Tu pueblo͜ en santidad.
4
Desde que vi el manantial
Que fluye sin cesar,
Tu redentor amor será
Por siempre mi cantar,
Por siempre mi cantar,
Por siempre mi cantar;
Tu redentor amor será,
Por siempre mi cantar.
Que fluye sin cesar,
Tu redentor amor será
Por siempre mi cantar,
Por siempre mi cantar,
Por siempre mi cantar;
Tu redentor amor será,
Por siempre mi cantar.
5
Cuando͜ en la tumba͜ al descansar
Mi torpe lengua͜ allí,
Aún así podré cantar,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
Aún así podré cantar,
De mi͜ esperanza͜ en Ti.
Mi torpe lengua͜ allí,
Aún así podré cantar,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
De mi͜ esperanza͜ en Ti,
Aún así podré cantar,
De mi͜ esperanza͜ en Ti.
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Aunque éramos artículos que estaban para la venta en el centro comercial de Satanás, Cristo vino a comprarnos, a redimirnos. Él pagó un precio muy alto para comprarnos: el precio de Su preciosa sangre. Satanás no quería que Cristo nos comprara; su plan era que alguien más nos comprara. Por lo tanto, cuando Satanás se dio cuenta de que Cristo había venido para comprarnos, trató de provocar muchos problemas. Como no quería soltarnos ni dejarnos ir, puso muchos obstáculos y levantó barreras para impedir que Cristo nos comprara. Con todo, Cristo murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre para redimirnos. Desde nuestra perspectiva, fuimos comprados; pero desde la perspectiva de Satanás, fuimos redimidos.
La sangre que nos redimió fue una sangre extraordinaria; era la sangre del Dios-hombre, Jesucristo, el Hombre, quien llevó una vida de la norma más elevada. El Señor Jesús es un Hombre mezclado con Dios. Por consiguiente, cuando este Hombre murió en la cruz, Dios también pasó por la muerte. No hay palabras humanas que puedan explicar esto.
Solamente la sangre de Cristo podía redimirnos O comprarnos. Satanás, el usurpador, nos había puesto en venta; pero Cristo, nuestro Redentor, pagó el más alto precio para comprarnos. Pedro habla de esto en los versículos 18 y 19.
ESTUDIO-VIDA DE 1 PEDRO
MENSAJE DOCE
LA PLENA SALVACIÓN DEL DIOS TRIUNO
Y SUS RESULTADOS
(LSM)