Rescata con piedad

CB921 Cs853 E921 K664 P429 R660 S414 T921
1
Rescata con piedad
Los que perecen,
Para salvarlos de muerte͜ eternal;
Llora por todo͜ aquel
Que͜ está perdido,
Dile de Cristo el fuerte͜ en salvar.
 
Guía͜ al perdido,
Alza͜ al caído.
Con compasión Jesús
Los salvará.
2
En ellos hay desdén,
Mas Cristo͜ espera,
Al penitente El quiere͜ atender;
Insiste con fervor
Y con ternura,
Perdonará a los que cre͡an en El.
3
La gracia sanará
Los sentimientos
Tan aplastados por el tentador;
De nuevo vibrarán
Las cuerdas rotas,
Al ser tocadas por tan grande͜ amor.
4
A todos rescatad,
Es el encargo,
Para la obra da fuerza͜ el Señor;
Tráelos a la verdad
Con fe͜ y paciencia,
Dile͜ al errante que Cristo murió.
1
Un Hermano En: P.R.

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En nuestra predicación del evangelio, necesitamos tener una revelación de Cristo. Sin esta revelación, nuestra predicación del evangelio solamente convencerá a las personas a que se unan a cierta religión y crean en ciertas enseñanzas. Hay un himno que dice: “Rescata con piedad / Los que perecen, / Para salvarlos de muerte eternal; / Llora por todo aquel / Que está perdido, / Dile de Cristo el fuerte en salvar” (Himnos, #414). No podemos decir que este himno esté mal, pero debemos recordar que nuestra predicación del evangelio no consiste simplemente en rescatar a los pecadores, sino más bien en impartirles al Cristo que hemos visto. Si no tenemos una revelación, una visión, de Cristo, nuestra predicación solamente convencerá a otros a que se unan a una religión y crean en algunas enseñanzas. Sin revelación, no podremos hacer que otros vean a Cristo; y sin visión, no podremos impartir a Cristo en otros. Cuando prediquemos el evangelio, debemos tener una revelación; debemos ser como Pablo, quien recibió una revelación de parte de Dios y luego anunció a Cristo entre los gentiles.

Tomado de: Cómo administrar la iglesia Capítulo 8