1
Lejos de͜ aquí morando͜ en las tinieblas
Miles de almas pueden perecer;
¿Quién, quién irá a dar las buenas nuevas,
Confiando͜ en Cristo sin desfallecer?
Miles de almas pueden perecer;
¿Quién, quién irá a dar las buenas nuevas,
Confiando͜ en Cristo sin desfallecer?
“Todo poder yo recibí,
Todo poder yo recibí,
Id a predicar a todas las naciones
Yo͜ estoy con vosotros siempre“.
Todo poder yo recibí,
Id a predicar a todas las naciones
Yo͜ estoy con vosotros siempre“.
2
Por todo͜ el mundo hay puertas abiertas,
Con Cristo hoy soldados acudid!
Despierta͜ y ve a predicar rompiendo
Toda cadena del pecado vil.
Con Cristo hoy soldados acudid!
Despierta͜ y ve a predicar rompiendo
Toda cadena del pecado vil.
3
“¿Por qué morir?” la voz de Dios os ruega,
“¿Por qué morir?” digamos a͜ una voz;
¡Cristo murió para salvar de muerte!
Por eso ve͜ y proclama salvación.
“¿Por qué morir?” digamos a͜ una voz;
¡Cristo murió para salvar de muerte!
Por eso ve͜ y proclama salvación.
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Puerto Rico, United States
En Efesios 1: del 17 al 20 el apóstol Pablo oro: para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él, para que, alumbrados los ojos de vuestro corazón, sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza, que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales,
Según la oración del apóstol, el tercer aspecto que debemos conocer es la supereminente grandeza del poder de Dios para con nosotros. Para nosotros hoy esto es muy subjetivo y lo podemos experimentar. El poder de Dios para con nosotros es sumamente grande. Necesitamos conocerlo y experimentarlo.
La supereminente grandeza del poder de Dios para con nosotros es conforme a la operación del poder de Su fuerza, que Él hizo operar en Cristo. El poder de Dios para con nosotros es el mismo poder que Él hizo operar en Cristo. Cristo es la Cabeza, y nosotros somos el Cuerpo. El Cuerpo participa del poder que opera en la Cabeza.
(Efesios 1:19, notas 1 y 2)