Qué me puede dar perdón?

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1
¿Qué me puede dar perdón?
Sólo de Jesús la sangre;
¿Y un nuevo corazón?
Sólo de Jesús la sangre.
 
Precioso͜ es el raudal
Que limpia todo mal;
No͜ hay otro manantial.
Sólo de Jesús la sangre.
2
De mi mal me limpiará,
Sólo de Jesús la sangre;
El perdón me brindará,
Sólo de Jesús la sangre.
3
Mis pecados borrará,
Sólo de Jesús la sangre;
Por Su gracia, no mi͜ obrar,
Sólo de Jesús la sangre.
4
Es mi esperanza͜ y paz,
Sólo de Jesús la sangre;
Mi justicia͜ y santidad,
Sólo de Jesús la sangre.
2
Un Hermano

United States

En 1:7 el apóstol Juan dice: “Pero si andamos en luz como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado”. En este versículo vemos que nosotros andamos en luz, y que, en contraste con esto, Dios mismo está en la luz, puesto que Él es luz. Cuando andamos en luz, la cual es Dios mismo, conjuntamente disfrutamos al Dios Triuno y participamos en Su propósito.

Cuando vivimos en la luz divina, estamos bajo dicha iluminación, la cual, en conformidad con la naturaleza divina de Dios que está en nosotros y mediante ella, expone todos nuestros pecados, transgresiones, fracasos y defectos, los cuales son contrarios a Su luz pura, a Su amor perfecto, a Su santidad absoluta y a Su justicia sobresaliente. Es entonces cuando en nuestra conciencia iluminada sentimos la necesidad de ser lavados por la sangre redentora del Señor Jesús, la cual limpia nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que pueda mantenerse activa nuestra comunión con Dios y unos con otros. Aunque nuestra relación con Dios es inquebrantable, nuestra comunión con Él puede ser interrumpida. La primera depende de la vida, mientras que la segunda depende de nuestra conducta, aunque también está relacionada con la vida. Una es incondicional, mientras que la otra es condicional. La comunión que tenemos con Dios, la cual es condicional, requiere el lavamiento constante de la sangre del Señor para mantenerse activa.

En el versículo 7 Juan dice que la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. El tiempo del verbo limpia en griego está en presente y denota una acción continua, lo cual indica que la sangre de Jesús el Hijo de Dios nos lava todo el tiempo, nos limpia continua y constantemente. Este lavamiento se refiere al lavamiento que la sangre del Señor efectúa en nuestra conciencia en un momento particular. Ante Dios, la sangre redentora del Señor nos limpió de una vez y por la eternidad (He. 9:12, 14), y la eficacia de dicho lavamiento perdura para siempre ante Dios, de tal modo que no es necesario repetirlo. Sin embargo, una y otra vez, cuando nuestra conciencia es iluminada por la luz divina en nuestra comunión con Dios, necesitamos aplicarle, en ese mismo momento, el lavamiento constante de la sangre del Señor. Esta clase de lavamiento es tipificada por la purificación efectuada con el agua para la impureza que estaba mezclada con las cenizas de la vaca (Nm. 19:2-10).

Estudio Vida 1 Juan:

Mensaje 8 (LSM)


Pedro

San Antonio, TX, United States

Amén seńor gracias por tu preciosa sangre