1
Siempre sobra͜ un excedente,
Si͜ uno gusta del Señor;
Cada copa se desborda
Al llenarla Su dulzor.
Nada͜ escaso͜ o limitado
Ha salido de͜ El jamás;
//A los Suyos todo suple,
Hasta͜ hacerlos rebosar.//
Si͜ uno gusta del Señor;
Cada copa se desborda
Al llenarla Su dulzor.
Nada͜ escaso͜ o limitado
Ha salido de͜ El jamás;
//A los Suyos todo suple,
Hasta͜ hacerlos rebosar.//
2
Siempre sobra͜ un excedente,
Si del Padre celestial
Aceptamos dando gracias
La porción que El nos da.
Suministra nuestro todo,
El nos trae satisfacción,
//Al gustar de Jesucristo
El nos sacia͜ el corazón.//
Si del Padre celestial
Aceptamos dando gracias
La porción que El nos da.
Suministra nuestro todo,
El nos trae satisfacción,
//Al gustar de Jesucristo
El nos sacia͜ el corazón.//
3
Siempre sobra͜ un excedente
Al probar Su vasto͜ amor;
Siempre queda más altura,
Y un valle͜ aún mayor.
No podrá la boca͜ humana
Su ternura proferir,
//Sólo puede alabarle
Y Su nombre bendecir.//
Al probar Su vasto͜ amor;
Siempre queda más altura,
Y un valle͜ aún mayor.
No podrá la boca͜ humana
Su ternura proferir,
//Sólo puede alabarle
Y Su nombre bendecir.//
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Bayamon, Puerto Rico, United States
Fue una grande y noble declaración la que nuestro hermano Pablo hizo a los filipenses. Se atrevió a decirles a aquellos quienes eran casi su único sostén: “Todo lo he recibido, y tengo abundancia”. Pablo no da ninguna insinuación de necesidad, sino que tomó la posición de un hijo rico de un Padre opulento, y no tenia temor de que al hacerlo así se detendría el suministro de más abastecimientos. Estaba muy bien que los apóstoles dijeran a un incrédulo que también estaba en penuria: “No tengo plata ni oro”, pero nunca estaría bien que un apóstol necesitado dijera eso a creyentes que estuvieran dispuestos a responder a una solicitud de ayuda. Es una deshonra para el Señor si algún representante Suyo divulga necesidades que provocan lástima de parte de otros. Si tenemos una fe viva en Dios, siempre nos gloriaremos en El, y osaremos proclamar en toda circunstancia: “Todo lo he recibido, y tengo abundancia”. No hay nada mezquino ni bajo en los siervos verdaderos de Dios; son todos hombres de gran corazón. Las líneas siguientes fueron escritas por la señorita M. E. Barber sobre el Salmo 23:5 después de haber gastado su último dólar:
Sacado de:
La Vida cristiana normal de la iglesia, Capítulo 8
por Watchman Nee