1
Soldados, hijos de la luz, ¡banderas levantad!
Devotos del Señor Jesús, la guerra͜ apresurad;
Para que ese vil rival se pueda subyugar;
Ten fe͜ en Aquel que ya venció, Victoria͜ así lograd.
Devotos del Señor Jesús, la guerra͜ apresurad;
Para que ese vil rival se pueda subyugar;
Ten fe͜ en Aquel que ya venció, Victoria͜ así lograd.
¡Fe la victoria es!
¡Fe la victoria es!
Gloriosa victoria que
Al mundo vence ya.
¡Fe la victoria es!
Gloriosa victoria que
Al mundo vence ya.
2
Hoy Su bandera de amor es para batallar,
Y la Palabra fiel de Dios, la͜ espada͜ hay que͜ emplear;
Marchemos por la senda͜ en que los santos del ayer
Triunfantes fueron por la fe, la muerte͜ a͡ún al vencer.
Y la Palabra fiel de Dios, la͜ espada͜ hay que͜ emplear;
Marchemos por la senda͜ en que los santos del ayer
Triunfantes fueron por la fe, la muerte͜ a͡ún al vencer.
3
Dejemos toda languidez, ¡cerca͜ el peligró͜ está!
Tomemos “yelmo de salud”, “ceñidos ... de verdad”
“Del evangelio de la paz” calcémonos los pies,
En n cota de justicia“͜ andar, y͜ “escudo“͜ alzar “de fe“.
Tomemos “yelmo de salud”, “ceñidos ... de verdad”
“Del evangelio de la paz” calcémonos los pies,
En n cota de justicia“͜ andar, y͜ “escudo“͜ alzar “de fe“.
4
“Al que venciere” se dará ropaje blanco͜ en luz;
¡Qué galardón! Confesará su nombre͜ allí, Jesús;
Resueltos, adelante͜ hoy id y͜ a Cristo ensalzad;
Su͜ encargo de amor cumplid, victoria͜ así lograd.
¡Qué galardón! Confesará su nombre͜ allí, Jesús;
Resueltos, adelante͜ hoy id y͜ a Cristo ensalzad;
Su͜ encargo de amor cumplid, victoria͜ así lograd.
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En Efesios 6: del 10 al 18 el apóstol Pablo nos dice: Por lo demás, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las estratagemas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernadores del mundo de estas tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el firme cimiento del evangelio de la paz, y sobre todo, habiendo tomado el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios, con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos.
Para combatir en la guerra espiritual, no sólo necesitamos del poder del Señor, sino también de la armadura de Dios. Nuestras armas no sirven; lo que sí nos sirve es toda la armadura de Dios. Toda la armadura de Dios es dada a todo el Cuerpo de Cristo y no a ningún miembro del Cuerpo de forma individual. La iglesia es un guerrero corporativo, y los creyentes forman parte de este guerrero único. Solamente el guerrero corporativo, y no los creyentes de forma individual, puede vestirse con toda la armadura de Dios. Debemos combatir la batalla espiritual en el Cuerpo, no como individuos.
Nota 2 de Efesios 6:11 de la Versión Recobro (LSM)